La frenectomía es una operación sencilla que consiste en quitar el frenillo bucal. Gracias a esta intervención, se consiguen solucionar los problemas que afectan a la salud oral del paciente.

Pero ¿qué son los frenillos bucales? Son bandas de tejido conectivo fibroso, muscular o mixto cubierto de una membrana mucosa. Se sitúan en la línea media bucal, que es una línea imaginaria entre los dos dientes incisivos. Su función es unir una parte de la boca con otra para facilitar el movimiento.

 

Tipos de frenillo y sus posibles problemas asociados

 

• Frenillo labial superior. Se trata de una banda de tejido que va desde la cara interna del labio superior y llega hasta el paladar a través de la encía. Este tipo de frenillo es el responsable de la separación de los incisivos, que recibe el nombre de «diastema». Es habitual que en el caso de los niños sea necesaria la ortodoncia. Otros posibles problemas asociados son el movimiento limitado del labio superior, labio corto, y dificultades al cepillarse o tragar saliva.

 

• Frenillo labial inferior. Es un repliegue de mucosa que une el labio inferior con la encía. Se inserta en la parte de encía interdental entre los incisivos inferiores. Puede ocasionar problemas periodontales, debido a que se produce una recesión gingival. Es decir, una parte de la raíz del diente incisivo inferior queda al descubierto y es probable que provoque inflamación de las encías, bolsas periodontales o incluso movilidad en los dientes, en los casos más graves.


• Frenillo lingual corto. Conecta la lengua con la base de la boca. Este caso se da, sobre todo, en los niños. Se suele corregir cuando el paciente tiene entre dos y cinco años, aunque, en los casos más severos, la cirugía puede ser recomendada a partir de los seis u ocho años. Es común que el frenillo lingual corto o anquiloglosia provoque alteraciones en el habla y la fonación debido a la menor movilidad de la lengua. También es posible que dificulte la deglución; en especial, afecta a los bebés durante la lactancia materna.


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